En la ciudadela maya de Dzibilchaltún, que significa “lugar donde hay escrituras sobre piedra plana”, en silencio, como hace años no se veía, se observó el paso de “Kin”, el Dios Sol de los mayas, que en el mundo occidental marca el inicio de la primavera y para la cultura maya marcaba el inició, para el proceso de la siembra del maíz.
En este sitio de más de 18 kilómetros, ubicado en Mérida, Yucatán, se registró sin público ante la contingencia del coronavirus CoVid-19, uno de los máximos evento arqueoastronómico de luz y sombra.
Fue en punto de las 6:05 horas, cuando “Kin” posó sobre el Templo de las Siete Muñecas, que era una especie de observatorio solar lo que permite explorar la idea que tenían los Mayas al haber construido el templo y cómo se regía la vida de esta civilización, explicó el arqueólogo del INAH Yucatán, José Huchim Herrera, quien junto con el arqueólogo Víctor Segovia, descubrieron el fenómeno astroarqueológico en 1983.
Por la tarde, también en solitario en Chichén Itzá se espera la llegada de Kukulcán, el Dios en forma de serpiente, desciende del cielo a la Tierra.