
En Kinchil, la empresa avícola CRIO continúa con maquinaria pesada sobre sitios arqueológicos de la zona maya de Tzemé, aún tras la orden de suspensión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Comunidades mayas denuncian la destrucción de selva, estructuras ancestrales y apiarios: una combinación de etnocidio y ecocidio que pone en riesgo patrimonio, cultura y biodiversidad.
Pese a una orden de suspensión emitida por el INAH, la empresa avícola CRIO continuó con maquinaria pesada en la zona de Tzemé, donde arrasó con selva baja y destruyó estructuras prehispánicas para ampliar sus granjas.
El Consejo Comunitario de Kinchil acusan que las obras violan la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas y representan un grave daño al patrimonio cultural y ecológico del estado.
Activistas exigen la intervención de autoridades federales y la clausura definitiva de las obras, al señalar que la zona afectada forma parte de antiguas rutas mayas y ecosistemas esenciales para la biodiversidad de Yucatán.
Como dio a conocer CON ACENTO, el pasado 17 de octubre, el Consejo Comunitario de Kinchil entregó un documento al INAH y presentó una denuncia formal por la destrucción que estaba ocurriendo en esta ciudadela maya de Tzemé, que alguna vez albergó a más de 7 mil mayas y que fue incluso de gran importancia como Dzibilchaltún; y a pesar de que diez días después el INAH clausuró las obras y puso sellos, la empresa continuó trabajando con maquinarias.
El colectivo comunitario documentó los hechos y denunció que la empresa avícola llamó incluso a la policía, pero al darse cuenta que estaban siendo grabados se abstuvieron y continuar.
En Kinchil es reclamo es simple: que las autoridades hagan su trabajo bien, que si van a clausurar supervisen que las órdenes se ejecute y que se impongan las multas necesarias y las infracciones debidas a empresas, que como éstas están destruyendo la selva maya y patrimonios del estado y de la comunidad.
