MÉRIDA, YUCATÁN A 6 DE MARZO DE 2017.– La idea es simple y fatal: en todo aquello que intentamos hay una distancia entre intenciones y resultados. Las cosas no resultan como las pensamos y esto es lo que nos hace verdaderamente humanos. Los superhéroes norteamericanos que pueden enfrentar a un ejército y acabarlo con un alfiler doblado no conocen el placer inicuo de ser erráticos y por ende, humildes. Lo bueno es que en realidad no existen. Más odiosos son los amigos y conocidos que afirman con petulancia: “yo nunca me equivoco”. Como a la plaga, como a una cama enchinchada, hay que huirles, pues nunca reconocerán sus errores y al ser cuestionados pensarán que la que está equivocada es la humanidad.
Lo anterior, en relación al fallo monumental en la entrega del Oscar a la mejor película. El mejor comentario fueron las burlas en las redes sociales. La comparación con el mismo dislate, pero ocurrido en el concurso Miss Universe, no se hizo esperar. Inmediatamente los opinadores de medianoche abordaron el tren de mame y bombardearon a Warren Beatty (cuya culpa fue no reaccionar a tiempo) y Faye Dunaway (quien cayó en la trampa que le puso Beatty, sin querer). Pero a final de cuentas la cosa no fue grave: dos provectas figuras del espectáculo en entredicho, toda la producción de La La Land en ridículo y una oscura entrega del premio para Luz de Luna.
Es por ello que la andanada de memes que suceden a cada error de nuestros políticos es por lo menos exagerada. Si a cualquier ciudadano más o menos común nos siguieran cámaras y micrófonos, la lista de nuestros yerros saturaría la internet. Es evidente que el rencor, muy comprensible en ciertos casos, motiva la sorna y la exhibición. ¿A caso es necesario hablar inglés para ser presidente de México? No, y menos aún si se es EPN. Por ello, aquel rollo de “infraestruchor… infraestrochor…” debe ser visto como un mero resbalón. Una graciosa salida es interrumpir una entrevista en inglés so pretexto de darle más claridad a sus ideas y ponerse a tatachar castilla. Pero tratar de hablar en náhuatl y volverla a calabacear, es lo que preveía Cicerón: errar es humano, pero reincidir ya es de mensos.
Mancera diciendo “Iztapalacra”, Elba Esther inventando el virus A HL NL, Vicente Fox descubriendo la obra de José Luis Borgues, Calderón diciendo que daría “un mensaje abusivo” en vez de “un mensaje alusivo” y el casi interminable rosario de fallos del presidente Peña Nieto, no deben ser motivo de burla: de qué manera nos desahogaríamos, cómo descargar la mala vibra que las desinteresadas acciones de nuestros benefactores nos generan.
En vez de eso, homenajeémoslos de la única manera posible: transformando en trending topic cada disparate, difundiendo urbi et orbi sus nacaradas tonterías, dándoles los 15 minutos de inmortalidad que asignó Andy Warhol. En la actualidad, un tuit es mucho honor para ellos.