
Expertos y agencias espaciales advierten que, debido al creciente número de misiones planeadas para las próximas décadas, partes de la superficie lunar podrían convertirse en un depósito de satélites y equipos fuera de servicio. A diferencia de la Tierra, la Luna carece de atmósfera que desintegre estos artefactos al final de su vida útil, por lo que muchos terminarían estrellándose contra su superficie, lo que podría dañar zonas de valor científico o histórico, como las huellas de las misiones Apolo. Para evitar impactos no controlados, se propone crear “zonas de impacto controlado” o cementerios espaciales en cráteres específicos y desarrollar marcos regulatorios internacionales para gestionar de manera responsable los desechos espaciales lunares.