Fe de ratas
La rifa del avión presidencial
Por José Javier Reyes
¿Cuánto vale mantener una promesa? ¿Cuánto vale sostener un símbolo de lucha, así signifique actuar en contra de la más elemental lógica y sustituir una decisión pragmática por un gesto que representa congruencia? Aunque después resulte evidente que, en términos monetarios, la decisión ideológica sea muchas veces más cara que la decisión pragmática. Porque hasta el año pasado, por concepto pago de deuda e intereses, el Gobierno Federal ya gastó casi doscientos millones de pesos por el famoso avión presidencial. Tal vez no sea mucho si se compara con el costo de 218 millones de dólares que tuvo en el año 2012, pero ni siquiera esta cantidad tendría un peso específico en el presupuesto del Gobierno Federal. Tampoco los 23 millones de pesos qué ha acostado su estancia Estados Unidos.
Menos aún, representa la mofa que ha generado en redes sociales la mentada rifa. Los memes, aún los más ingeniosos o virulentos, no representan un desgaste real para la imagen presidencial y hasta pueden servir como una válvula de escape de ciertas presiones sociales.
Es evidente que el verdadero costo del avión presidencial es simbólico. Parte de la enervación que el candidato Andrés Manuel López Obrador utilizó en su campaña para exacerbar a los votantes en contra del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, procedía de señalar lo absurdo que resultaba comprar este vehículo en un país con tantas y severas carencias como México. Hoy, del otro lado de la barra, el presidente López Obrador debe haberse dado cuenta que la aeronave era totalmente necesaria y su costo,el que señala el mercado. Pero indiscutiblemente,pesaba en su memoria la palabra empeñada y la obligación de cumplir con esta promesa. Dijo que iba a cancelar el Aeropuerto Internacional de Texcoco y lo hizo. Dijo que construiría el tren maya y parece empeñado en ello. Dijo que vendería el avión presidencial y ahora lo tendrá que vender: entero, en partes, en una rifa o en cualquier otra forma el mexicano ingenio se lo permita.
Es más importante la palabra empeñada que la capacidad de reconocer que uno se ha equivocado. A lo largo de tres sexenios de lucha, López Obrador ha aprendido que la congruencia, el apego a un ideario y el cumplimiento de las promesas representan algo más valioso que el capital contable: capital político.
Y aunque parezca una broma, dicho capital político es aún más valioso que los 218 millones de dólares del avión presidencial. Y si el costo es venderlo por partes o rifarlo, veremos a los seguidores de la 4T vendiendo boletos de lotería de a 500 pesos el cachito. Total, quela cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en Texcoco, ya costó al Gobierno Federal 71 mil millones de pesos. Nada representan los 218 o 150 o120 millones de dólares del Boing 737, en comparación.
La siguiente duda no es qué haremos si nos ganamos la rifa del avión presidencial. Lo importante es saber qué repercusiones tendrá en la economía del país el preferir lo simbólico sobre lo pragmático. Porque, al momento, las decisiones de la 4T han tenido un elevado costo en el crecimiento económico.