Fe de ratas
Por: José Javier Reyes
Que México es país de grandes innovadores es innegable. Basta recitar la lista de los cuatro o cinco inventos mexicanos que siempre debemos tener a la mano para demostrar que no sólo inventamos los chiles en nogada, los tacos y el chocolate. Ahí están, por ejemplo, la televisión a color, los anticonceptivos orales y el flotador del inodoro. Dejaremos fuera de esta lista las tortas de tamal y las cemitas de chalupa, pero en cada rincón de nuestro país hay alguien que puede presumir de un gran invento.
En el ámbito de la política no podríamos presumir que inventamos la corrupción, pero sin duda la hemos perfeccionado, al punto que podríamos patentarla sin objeción. En el tráfico de drogas, los cárteles mexicanos ya desbancaron a los colombianos y además, hemos inventado un delito único en el mundo, el huachicoleo.
Ya puestos a innovar, podemos levantar la mano con orgullo para apuntarnos un nuevo hito: muchas nuevas formas de consulta popular. Veamos algunas de éstas:
- La consulta post mortem. Las decisiones ya están tomadas, las obras arrancan en breve, pero queremos medir la popularidad de las medidas, la aceptación de los mandatarios, la simpatía de los líderes. Alguien podrá decir que una consulta así no sirve para nada, pero nada más alejado de la realidad. ¿Medir fuerzas no es importante? ¿Ver hasta qué punto podemos imponer nuestra voluntad, haciéndola pasar por decisión soberana, no es importante?
- La consulta fast track. La rapidez es lo más importante, como se puede entender. No es importante si alguien entiende qué es lo que se está consultando, si saben lo que es el Brexit, el proceso de pacificación, el tren bala o la mano del muerto. El deseo de democratización, la lucha contra los corruptos y la mafia del poder pueden justificar el votar a ciegas. La gente quiere que se escuche su voz. ¿Vamos a coartar ese derecho con el pretexto baladí de que tuvieron tres semanas para saber qué es la bolsa de valores?
- La consulta carrusel. ¿Puede haber algo más democrático que cada quien vote las veces que le dé la gana? ¿Puede haber algo más satisfactorio que ver a un “funcionario” de casilla llenando boletas para abultar los cómputos que de todas maneras llegar apenas al uno por ciento de los votantes? Recordemos que un atinado escritor, cuando le pidieron que dijera el nombre de las diez mejores novelas mexicanas dijo diez veces: “Pedro Páramo”. No sería por ignorancia, sino por un entusiasmo tan desbordado que es un garbanzo de a kilo.
- La consulta Pro Gol. ¿Para qué perder el tiempo con consultas que tratan de un tema financiero y otro social? ¿Por qué no mezclar la consulta financiera, la política, la legislativa y hacer una gran quiniela donde podamos votar 16 veces por el sí? Puede parecer arriesgado, pero no lo es, habida cuenta que las decisiones ya están tomadas y sólo se trata de medirle el agua a los tamales, como suele decirse.
La lista podría crecer. Estos botones son muestra de que el ingenio de los mexicanos sigue produciendo a raudales.