IZAMAL, YUCATÁN, A 5 DE ENERO DE 2017.– Los arqueólogos Rafael Burgos y Luis Millet, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y Eugen Logan Wagner, especialista en arquitectura mesoamericana resaltan las construcciones de Izamal, ya que tienen un gran valor histórico y arquitectónico.
La llamada “Ciudad de las Tres Culturas” tuvo sus inicios hace dos mil 700 años, en el periodo Preclásico, pero fue hacia 150 a.C. – 500 d.C., cuando sus pobladores construyeron edificios monumentales, así como una importante red de sacbeo’ob (caminos, en lengua maya) que les permitió dominar un territorio de seis mil km² en el norte de la península de Yucatán, conocido como la provincia de Aj K’in Ch’eel.
Considerada una de las ciudades mayas más antiguas, Izamal ha sido desde siempre un centro de peregrinación. En un principio por ser el lugar de Itzamná (creador de los hombres y de todas las cosas) y porque se cree que ahí fue enterrado su fundador, el sacerdote Zamná. Siglos después, cuando los españoles la encontraron prácticamente deshabitada, erigieron los santuarios de la nueva religión sobre los antiguos templos, siendo el Convento de San Antonio de Padua, el más claro ejemplo.
Sus edificios son: Habuk, K’inich K’áak’ Mo’, Itzamatul, El Conejo y Kabul, sobrepasan un millón de metros cuadrados construidos; el P’a’ap’ Jool Cháak o “La casa de los rayos”. Se detecta esa simbiosis de los espacios abiertos mesoamericano y español. Cuando los europeos llegan a América se dan cuenta que aquí pueden trazar pueblos en damero, con un diseño de sus calles en ángulo recto, creando manzanas rectangulares. Aquí tuvieron la oportunidad de implementar esas ideas porque tenían recursos ilimitados, tanto humanos como materiales”.
Izamal es un ejemplo magnánimo de esa unión entre los conceptos de arquitectura mesoamericana y europea. Así, es un testimonio excepcional de la evolución social y religiosa de dos culturas cuyas características permanecen hasta el presente.