
Por: Rafael Gómez Chí
La cumbia, esa danza del corazón y la cintura, guarda un secreto en la mano izquierda, el mismo que Juana la Cubana acariciaba en cada compás y que, bajo las luces del Teatro del Pueblo, Los Súper Lamas desvelaron como un conjuro de alegría.
Era lunes, y la heladez de la noche yucateca parecía querer arrullar la ciudad, pero el recinto latía lleno, vibrante, como un corazón de tambora. Familias enteras se dejaron envolver por la marea de nostalgia y júbilo que trajo la agrupación veracruzana en su “Evolución Tour 2025”. Cada acorde parecía un guiño al pasado, cada golpe de güiro un llamado al presente.
Sonaron los himnos que ya son parte de la memoria colectiva: “Yo quiero chupar”, “Qué tonto fui” y “Todo lo encuentro en ti”. Y el coro del público, miles de voces trenzadas con el viento, devolvía a la banda su propio eco de cariño. Entre luces, risas y pasos de baile, el lunes se transformó en sábado.
Los Súper Lamas, nacidos en Actopan en 1981, arrastran cuarenta y cuatro años de historias entre teclados y timbales. Su música, como río tropical, sigue corriendo fresca, sin detenerse en la memoria de quienes los han visto crecer. Y en Yucatán, donde el calor humano suplanta cualquier frío, su visita siempre es una fiesta asegurada.
La Feria X´Matkuil 2025 los recibió como hijos del ritmo, y ellos, con su energía desbordada, confirmaron lo inevitable: donde suena la cumbia, el tiempo se detiene, y el corazón del sureste mexicano baila sin pedir permiso.
