La llama del movimiento paralímpico iluminó el cielo de Tokio y dio paso a la competencia mundial, donde deportistas afganos fueron homenajeados en la ceremonia de apertura y en donde un equipo de refugiados abrió el desfile de 162 países participantes en la justa.
La powerliftin Amalia Pérez y el nadador Diego López fueron los abanderados por México de un total de 60 atletas que participarán.
Sin público en el estadio por las estrictas medidas de seguridad para hacer frente a la pandemia de covid-19, los pocos asistentes a la ceremonia pudieron disfrutar de una historia desarrollada en un aeropuerto y con las alas de los aviones como protagonistas, como metáfora del impulso que mueve a los deportistas con discapacidad a cosechar éxitos extraordinarios en sus vidas.
378 fuegos artificiales, también de tres colores, cambiaron la sintonía del guión a la electrónica para empezar el desfile de los 162 países participantes en estos Juegos, tres más que en Río de Janeiro, incluidos Paraguay, Bután, Maldivas y las islas caribeñas de Granada y San Vicente y las Granadinas, que debutan en el mayor evento mundial del deporte de personas con discapacidad.
El broche final lo puso el encendido del pebetero. Kuniko Obinata, triple medallista en esquí alpino, Takeuchi Mashiko, exjugador de tenis de mesa y medallista de oro en Tokio 64, y Mayumi Narita, ganadora de quince oros en natación, entraron al estadio portando tres antorchas, que se las dieron a tres ciudadanos anónimos. Éstos, a su vez, se las entregaron a los deportistas paralímpicos Yui Kamichi (tenis), Shunsuke Uchida (boccia) y Karin Morisaki (halterofilia), que fueron los encargados de subir los últimos metros, en sus sillas de ruedas, para encender el pebetero, que iluminó el cielo de Tokio con un chispazo provocado por mil fuegos artificiales.
Con Información de Récord.