Elisa Loncón, académica y lingüista mapuche, será quien presida la Convención Constitucional que redactará la nueva Carta Magna de Chile, que sustituirá a la actual, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.
“Esta Convención transformará Chile”, dijo Loncón al enfatizar que “este sueño será representativo de la pluralidad del país” y trabajará para “sentar derechos sociales, para cuidar a la Madre Tierra, entre ellos, el derecho al agua”.
Con ese acto, Chile dio el pistoletazo de salida a la redacción de su nueva Constitución, la primera en el mundo redactada por un órgano paritario y la primera de ese país en la que se incluirá a los indígenas, un grupo que supone 12.8% de la población pero que nunca había sido reconocido en la ley fundamental.
La heterogeneidad de los 155 integrantes de la Convención Constitucional, muchos independientes con afinidades de izquierda y sin experiencia en cargos públicos y sin ninguna lista que ostente la mayoría de un tercio que otorga poder de veto, obligará a alcanzar acuerdos.
Pero esa misma diversidad en posturas y orígenes alimenta el temor de que se eternicen las discusiones y finalmente el texto no logre cumplir con las expectativas ciudadanas.
“Está todo el país representado y se van a sentar a dialogar, a conversar el país que queremos. Por primera vez veo que hay una instancia de tanto poder como ésta en la que no están detrás los poderes fácticos”, dijo el sacerdote jesuita Felipe Berríos, una de las voces más influyentes en Chile.
La Convención tendrá nueve meses, prorrogable por tres meses más, para redactar el nuevo texto, que será luego sometido a un plebiscito ratificatorio con voto obligatorio.