Ciudad de México, 26 de diciembre 2020.- Han pasado ocho meses desde la última vez que Itzel Lazcano, médica adscrita al Servicio de Medicina Interna del Hospital General de Tláhuac, pudo abrazar a sus padres y convivió de cerca con su abuelita. En Navidad, no fue diferente, estuvo lejos de ellos.
Desde mayo, cuando comenzó a atender el Covid-19, Itzel decidió mudarse a un cuarto de hotel con más médicos para evitar contagiar a sus seres queridos, quienes tienen 63 años y algunas comorbilidades como diabetes.
Atrás quedaron los días cuando la joven doctora iba a comer con su familia, paseaban por un parque o asistían a conciertos. “Cosas tan sencillas que antes no las valoraba tanto, ahora las extraño bastante”, comenta Itzel.
Ella trabaja los fines de semana y días festivos en el Hospital de Tláhuac, sus jornadas son de 12 horas y en ese tiempo se encarga de vigilar a los pacientes críticos por Covid-19, ayuda a verificar quiénes necesitan ser intubados y mide el progreso de las personas que logran vencer al virus.
Itzel, como muchos otros colegas, ha sacrificado su vida personal y familiar para atender la emergencia sanitaria. Para sentirse cerca de sus padres y su abuelita, realiza videollamadas con ellos a la hora de la comida y de la cena.
A pesar de lo duro que es mantener distancia con su familia, Itzel decidió responder a la convocatoria del gobierno y se sumó a la primera línea de batalla.
El sueño de Itzel de ser personal médico surgió desde que era pequeña y hace 10 años se graduó de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de haber realizado una especialidad en el Hospital Gea González.
En el mundo de la medicina mantener distancia de la familia para trabajar es casi una constante. De hecho, la médica del Hospital de Tláhuac recuerda que en 2009, cuando ocurrió la epidemia de influenza en México, se encontraba realizando su servicio social en una zona rural de Sonora.
Arriesgan su vida por la irresponsabilidad de otros
Itzel sabe que está viviendo un momento histórico para la medicina y eso también la motiva a seguir adelante, pero declara sentirse triste porque una parte de la población sigue sin tomar medidas para prevenir los contagios de Covid-19, a pesar de que ya ha quedado demostrado su viralidad y los riesgos que implica.
“Lo más difícil en el hospital es saber que ponemos en riesgo nuestra vida, tratando de salvar a gente que la gran mayoría de las veces está ahí por irresponsabilidad, porque no se cuidaron, porque no estuvieron aislados”, lamenta la internista.
Por ese motivo, la especialista lanza un llamado a la población para que aplique las medidas sanitarias dictadas por las autoridades del sector Salud: “Como médicos no es ir y trabajar y ya, es ir a trabajar y tratar de salvar la vida y ayudarle a alguien”.