SAO PAULO,, BRASIL, A 26 DE FEBRERO DE 2017.– La fiesta de la carne comenzó. Las princesas de Momo, las que no dejan nada a la imaginación, las que comparten su belleza con los súbditos hipnotizaron a la gente en el Sambódromo.
Mulatas de fuego o blancas de ensueño complacieron a sus súbditos que cada año los esperan para que les conviertan la mala vibra en alegría.
El carnaval más famoso del mundo en Río de Janeiro empezó de una forma inusual. Después de un día en que guardó silencio, el alcalde Marcelo Crivella demoró la tradicionalmente opulenta ceremonia inaugural hasta las 8:30 de la noche, sólo para finalmente no acudir amparado en la excusa de que su esposa estaba enferma. A la larga, el ayuntamiento de Río difundió un correo electrónico en el que afirmó que el Carnaval estaba «oficialmente inaugurado».
Pero varias de las llamadas fiestas «bloco» ya habían comenzado desde la tarde. Miles de personas bailaban bajo un calor de 32 grados Celsius (90 Fahrenheit) y una intensa humedad típica del verano en el hemisferio sur.
En la fiesta callejera de las «Carmelitas», en el barrio bohemio de Santa Teresa, los asistentes se vistieron como monjas, y muchos de ellos portaban carteles en los que insultaban a los políticos que se oponen a la legalización de las drogas.
«El Señor dice: probarás todas las hierbas que surgen de las semillas», se leía en una pancarta.
«El Carnaval es una fiesta muy agradable y democrática», dijo Nilse Azevedo, una asistente. «Quien quiere rezar, reza. Quien se quiere divertir en las calles, se divierte».
Pero de lo que más se hablaba era de la inusual inauguración del festival, que cada año le genera a Río ingresos superiores a los 1.000 millones de dólares.
En el sambódromo, donde las competencias de las escuelas de samba comienzan el domingo, miles de personas se hicieron presentes para la tradicional entrega de la llave de la ciudad al «Rey Momo», el rey de los placeres carnales. El exalcalde Eduardo Paes siempre realizó la ceremonia con gran fanfarria.
Sin embargo, Crivella, un obispo pentecostal jubilado que asumió el puesto el 1 de enero, decidió enviar al director de la agencia turística de Río con el fin de que lo representara en la ceremonia inaugural. Algo aún más extraño fue el rápido retiro del Rey Momo, que no concedió entrevistas como suele hacerlo y fue escoltado por guardias de seguridad para que saliera del sambódromo.
Se desconoce si Crivella asistirá a ese recinto durante alguno de los cinco días de desfiles. El concejo municipal de Río ya le autorizó viajar al extranjero durante los próximos días.
Cuando aún se desconocía si el alcalde acudiría a la ceremonia inaugural, María Cristina de Jesús, la guardiana de la simbólica llave de la ciudad, parecía alguien a quien habían dejado plantada.
«También me gustaría saber qué está sucediendo», dijo cuando el reportero de The Associated Press le preguntó qué haría con la llave.
María Cristina señaló que la alcaldía le pidió a ella y al grupo de entrega de la llave simbólica que asistieran el lugar, pero no le dijeron nada más sobre los planes.
El alcalde «debería separar la religión de la política en nuestro Carnaval», dijo Marisol Portela, un ama de casa que acudió al sambódromo. «No se le extrañará. De cualquier forma tendremos nuestra fiesta».
Los festejos anuales del Carnaval llegan en un momento muy difícil para muchos brasileños. La economía está sumida en recesión, y se está llevando a cabo una enorme pesquisa por corrupción en la paraestatal Petrobras que ha involucrado a numerosos políticos y empresarios.
En Sao Paulo, donde las competencias de las escuelas de samba comenzaban el viernes en la noche, se presentaron fuertes tormentas. En algunas calles en el este de la ciudad había inundaciones, y las imágenes de Globo Television mostraron automóviles completamente sumergidos y flotando.