Ilida Alvarez ha soñado con viajar al espacio desde que era niña. Pero Alvarez, propietaria de una firma de mediación legal, tiene miedo de volar y no es multimillonaria, dos hechos que la hacían estar segura, hasta hace unas semanas, de que su fantasía sería tan difícil de alcanzar como las estrellas.
Alvarez, de 46 años, y su esposo, Rafael Landestoy, hace poco hicieron reservaciones para un vuelo en una cápsula presurizada con capacidad para 10 personas que —atada a un enorme globo lleno de helio— flotará a 30 mil 480 metros de altura mientras los pasajeros beben champán. La reservación requiere un depósito de 500 dólares; el costo total del vuelo es de 50 mil dólares y durará entre 6 y 12 horas.
“Siento que fue hecho a la medida de personas miedosas como yo que no quieren subirse a un cohete”, comentó Alvarez, cuyo vuelo, organizado por una empresa llamada World View, está previsto para despegar del Gran Cañón en 2024.
Menos de un año después de que Jeff Bezos y Richard Branson iniciaron una carrera espacial comercial al lanzarse a la atmósfera superior con pocas semanas de diferencia el verano pasado, el mercado mundial del turismo espacial se está disparando, pues ahora docenas de empresas ofrecen todo tipo de actividades, desde viajes en globo a presión cero hasta campamentos de entrenamiento para astronautas y vuelos simulados en gravedad cero.
Aunque la empresa de servicios financieros UBS calcula que el mercado de los viajes espaciales tendrá un valor de tres mil millones de dólares en 2030, la Administración Federal de Aviación todavía no ha aprobado la mayoría de los viajes fuera de este mundo y aún no se ha iniciado la construcción del primer hotel espacial.
Los globos, como los que opera World View, no llegan tan lejos. Pero incluso a su altitud máxima de 29 o 30 kilómetros, los operadores dicen que flotan lo suficientemente alto como para mostrar a los viajeros la curvatura del planeta, y darles la oportunidad de experimentar el efecto panorámico.
Fuente: NYT