
Los príncipes William y Harry dejarán de lado sus diferencias para aparecer juntos este jueves en la inauguración de una estatua en honor a su madre, Diana, princesa de Gales, en el Sunken Garden del Palacio de Kensington.

«Nuestra madre tocó tantas vidas. Esperamos que la estatua ayude a todos los que visiten el Palacio de Kensington a reflexionar sobre su vida y su legado», dijeron los hijos en un comunicado conjunto en el que anunciaban el proyecto. Esperaban inaugurar la estatua ese mismo año, pero se retrasó.

«Más de tres décadas después, me siento honrado de haber formado parte del equipo que preparó el jardín para la instalación de esta estatua», comentó, y agregó: «Espero que los visitantes del palacio y los jardines disfruten de su apacible entorno, y se tomen un momento para reflexionar sobre la vida y el legado de la princesa».

En los años que pasaron desde el encargo de la estatua, Harry se casó y formó una familia con su esposa Meghan. Después, los hermanos se separaron de su Royal Foundation conjunta. Y desde entonces los Sussex optaron por trasladarse a otro continente para escapar de la interminable intrusión mediática a la que dicen enfrentarse, así como su experiencia de racismo dentro de la familia real y la falta de apoyo de la casa real.
Parece que las cosas no mejoraron entre los hermanos, que apenas se hablan, y la familia real en general tras la explosiva entrevista de los Sussex con Oprah Winfrey en marzo.
En una aparición posterior en un podcast, Harry se refirió a su educación en la realeza describiéndola como un ciclo de «dolor y sufrimiento» antes de que pareciera despreciar los esfuerzos de su padre en la crianza de sus hijos.

El regreso a suelo británico será probablemente un desafío para Harry, quien recientemente reveló en su serie de AppleTV+ que Londres fue anteriormente un «catalizador» de mala salud mental para él tras la muerte de su madre.
Pero se ha mantenido ocupado desde que aterrizó en la capital británica a finales de la semana pasada. Estados Unidos está en la lista «ámbar» del Reino Unido, lo que significa que tuvo que pasar la cuarentena a su llegada y completar una serie de pruebas covid-19 negativas para poder salir.
Una vez autorizado, Harry se dirigió a sorprender a los niños enfermos con una aparición en los premios WellChild —una organización benéfica de la que es patrocinador— en los jardines de Kew, al oeste de Londres, el miércoles.
Antes, mientras se autoaislaba en su residencia de Frogmore Cottage, en Windsor, Harry envió un mensaje de video a los ganadores del Premio Diana de este año, una organización que da prioridad a los jóvenes y al cambio.
Meghan, duquesa de Sussex, no estará en el evento del jueves pues permaneció en California tras dar a luz a la segunda hija de la pareja, Lilibet ‘Lili’ Diana Mountbatten-Windsor, hace apenas unas semanas.
Mientras tanto, también han sido unos días ajetreados para William, que comenzó la semana en Escocia acompañando a la reina en una serie de actos. La reina, de 95 años, asume tradicionalmente una semana de compromisos en el país a finales de junio o principios de julio cada año para celebrar la comunidad, la innovación y la historia escocesa.
El martes, el duque de Cambridge —que es presidente de la Asociación Inglesa de Fútbol— se unió a miles de aficionados al fútbol de Inglaterra, entre ellos su esposa Catherine y su hijo el príncipe George, en el estadio de Wembley para ver la victoria de su país en la Eurocopa 2020 contra Alemania.
El jardín y la nueva estatua de Diana se podrán ver gratuitamente durante el horario de apertura de Historic Royal Palaces.
El Sunken Garden se creó en 1908 por orden del rey Edward VII, en una zona de los jardines del palacio que anteriormente estaba ocupada por macetas e invernaderos. El diseño del jardín se inspira en el jardín de estanques de estilo holandés del siglo XVII del palacio de Hampton Court.
Fuente: CNN