
Una de las leyendas más sobresalientes y populares con relación a serpientes en nuestra cultura maya es la de las “serpientes aladas”, de la cual ya hemos hablado en ediciones anteriores, pero otra historia igual de popular es la que hoy les presentamos, la serpiente “Éek’ U Nejil” o “serpiente cola negra”.
Algunos atribuyen esta leyenda a la Chaayil Kaan o Nauyaca de árbol, pero ya sea una u otra, se trata de la serpiente que se alimenta de leche materna de las mujeres.
Esta serpiente habita en los montes de la península de Yucatán, con su especializada lengua rasga el aire como las demás especies de serpientes, de esta manera lograba detectar a aquellas mujeres que estuvieran amamantando.
Son ágiles para subirse a los árboles, y así de rama en rama, llegaba hasta el techo o pared de la casa, donde buscaba una manera de poder acceder al interior.
Cuenta la leyenda que sigilosamente se acerca a la madre, ya sea que esta se encontrara durmiendo o en pleno acto de alimentar a su bebé, ella nunca notaba la presencia del reptil, por ende, no podía sentir su acercamiento.
Entonces la serpiente introduce su cola bifurcada en la fosa nasal para que no despierte, una vez logrado esto, empieza alimentarse de la leche de la madre, tan pronto el infante lloraba, retiraba su cola de la madre y la metía en la boca del indefenso bebé, el cual desesperado comenzaba a succionar con el fin de obtener su vital alimento maternal, pero todo sería inútil ya que dichos nutrientes eran obtenidos por la serpiente y la cola solo servía para acallar el llanto del infante para entretenerlo durante todo ese proceso.
Si las víctimas no morían no era por su acto de bondad, sino para preservar su fuente de alimento el mayor tiempo posible, así conforme pasaban los días la serpiente va ganando nutrientes para cuando entre en celo o para la época de frío, pero madre e hijo se iban debilitando, hasta llegar a una desnutrición severa ya que el reptil no dejaba de alimentarse hasta no poder obtener nada más y de este modo no quedaba nada para el pobre recién nacido.
Y si la serpiente nunca fue atrapada en el acto, finalmente madre e hijo morían por la desnutrición, por lo cual esta serpiente huía para continuar con su estela de muerte.
Y aunque esto pudiera parecer solo una leyenda o un caso de “ciencia ficción”, me ha tocado entrevistar a campesinos de poblaciones como Tzucacab, Akil, Halacho, Sacalum y Yaxcabá que aseguran haber sido testigos directos de estos casos.
El más reciente me lo platicó don Mario Uh Kú, campesino de la tercera edad oriundo de Tzucacab, quien hace un par de años me dijo que en 1998 una serpiente “cola negra” entró a la casa de su hijo e intentó atacar a su nuera:
“En ese entonces vivíamos pegados al monte y habían muchas serpientes, principalmente coralillos, con frecuencia las veíamos en el patio y cuando mi hijo se casó y se embarazó su esposa, toda la familia le dijimos que se cuidara mucho por ese tipo de serpiente”.
“El caso es que nació mi nieto, tenía más o menos un mes de edad y mi nuera era terca, como había calor dejaba abierta la ventana y pues entró la “cola negra”, por fortuna mi hijo estaba despierto y cuando se dio cuenta, la serpiente estaba enrollada en el brazo de la hamaca de ella y estaba descendiendo, de inmediato agarró su coa que estaba junto a él y la mató, desde eso empezaron a cerrar la ventana aunque se asaran por el calor”, señaló.
Créditos: Jorge Moreno