Cada 6 de enero, los niños se levantan con la ilusión de encontrar regalos debajo de su árbol, obsequios que son entregados por los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes de acuerdo con la creencia, viajan en caballo, elefante y camello.
En los días previos a esta fecha, los pequeños escriben una carta, en la que narran lo bien que se han portado durante el año y que gracias a esto merecen pedir varios juguetes y, por supuesto, que se los traigan. Tienen la opción de dejar este mensaje en el árbol, en un zapato o lanzarlo en un globo.
El origen de esta celebración parte del nacimiento de Jesucristo, ya que los tres Reyes Mago se guiaron por la estrella de Belén para ver y entregarle oro, incienso y mirra. Esta tradición llegó a México junto con la religión católica y desde entonces se ha practicado.
En esta historia existió alguien más que no es muy conocido, su aparición fue descrita por Henry Van Dyke, en su obra ‘El otro Rey Mago’, en donde explica por qué no llegó a visitar al hijo de Dios nacido en la Tierra, incluso hay una película animada y otra en live action con el mismo nombre que habla sobre él.
El desconocido cuarto rey mago
Su nombre era Artabán, y su autor lo describe como un hombre con barba larga y ojos nobles, que era originario del Monte Uchita. Tenía dones espirituales, por eso a través de la lectura del oráculo consiguió enterarse de que vendría el mesías.
Habló con los demás Reyes Magos para presenciar este suceso, todos acordaron reunirse en Borsippa. Él obsequiaría tres piedras preciosas; una pieza de rubí, diamante y jade.
Cuando Artabán estaba en camino, encontró a un enfermo en la calle, decidió detenerse para ayudarlo y le entregó un diamante, uno de los presentes que serían para el Niño Dios.
Cuando al fin llegó al punto de reunión, sus compañeros le dejaron una nota en donde decía que no lo podían esperar más.
Aun así, no desistió en su búsqueda y continuó su trayecto solo; al llegar a Belén le informaron que José, María y su bebé se habían marchado a Egipto, por eso pensó en seguirlos, pero a la mitad de este viaje observó a un soldado que estaba a punto de fusilar a un menor, para evitar este acto le ofreció al verdugo el rubí, aunque aceptó, el comandante se molestó por este hecho e hizo que lo encerraran.
Pasó 33 años en la cárcel, al salir fue testigo de la crucifixión del mesías, decepcionado por no cumplir su objetivo intentó irse, pero notó que a una mujer la estaban vendiendo como esclava, entonces con el jade, el último regalo que le quedaba, compró la libertad de esa persona.
Artabán muy triste se sentó a llorar y pidió disculpas al cielo por no cumplir con su promesa, en ese instante un sismo comenzó a sacudir la tierra y se escuchó una voz celestial que le dijo: “Todo lo que hiciste por los demás lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos”. Esto le dio al rey mago la oportunidad de descansar en paz.
Fuente y foto: El Sol de México