A partir de este 1 de enero de 2022, la adicción a los videojuegos es considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien clasificó este padecimiento como un trastorno raro que puede causar “deficiencia significativa en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otras áreas”.
En la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), la OMS definió la adicción a los videojuegos como un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente a los juegos digitales o videojuegos, que pueden ser en línea o fuera de línea.
Entre sus principales manifestaciones de alerta se encuentran:
- Control deficiente sobre el juego, ya sea en su inicio, frecuencia, intensidad, duración, terminación, o contexto.
- Prioridad otorgada al juego en la medida en que el juego prevalece sobre otros intereses de la vida y actividades diarias.
- Continuación o intensificación del juego a pesar de la ocurrencia de consecuencias negativas.
La adicción a los videojuegos mantiene un patrón de comportamiento que puede ser continuo o episódico y recurrente, y da como resultado una angustia marcada o un deterioro significativo en el funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otras áreas importantes de la vida de las personas.
Sin embargo, el trastorno no es repentino, sino que se considera un diagnóstico cuando el comportamiento negativo dura más de 12 meses y domina toda la vida del jugador, a menudo en detrimento de una dieta saludable y un buen estado físico.
“Si los jugadores evitan otros comportamientos responsables, como ir al trabajo, a la escuela o hacer la tarea, entonces están comenzando a tener un problema”, aseguró Scott Bea, psicólogo de la Clínica Cleveland, quien agregó que “si las relaciones están sufriendo debido a comportamientos de juego excesivos, esto puede ser una señal de problemas”.
Los expertos indican que las personas propensas a otras afecciones de salud mental como la ansiedad y la depresión, las más vulnerables a depender de los juegos para producir cambios en la química cerebral que los hagan sentir bien temporalmente.
No obstante, son los adolescentes y adultos jóvenes quienes corren mayor riesgo, y tener mayores dificultades para juzgar los efectos negativos del comportamiento de juego.
“La última parte de nuestro cerebro en desarrollarse por completo está diseñada para ayudarnos a tomar buenas decisiones, predecir mejor el resultado de nuestros comportamientos y medir las posibles consecuencias de manera más efectiva. Se cree que alrededor de los 25 años, nuestro cerebro está más desarrollado”, explica la Dra. Bea, “aun así,el trastorno del juego aún puede ocurrir a casi cualquier edad”.
Los especialistas sugieren como una forma de hacer frente a la adicción a los videojuegos establecer límites de uso o en algunos casos, la abstinencia total.
Y advierten que, al igual que otros comportamientos compulsivos o adictivos, a menudo es difícil para las personas que han tenido problemas con un comportamiento específico desarrollar un mayor control sobre él”.
Las personas suelen hacerse adictas a los videojuegos debido a que la recompensa se produce de forma intermitente y es impredecible, a diferencia de las adicciones químicas al alcohol o drogas, en las que el cerebro recibe refuerzo cada vez, indicó Bea.
“Esto mantiene a los jugadores buscando activamente la buena sensación que se produce en el cerebro cuando alcanzan una nueva meta o completan con éxito un objetivo”.
Fuente: Actualidad RT