
Hace décadas, en el Centro de Mérida era común ver cientos de argollas de hierro empotradas en paredes y banquetas.
Servían para amarrar caballos o animales de carga mientras la gente hacía sus diligencias. Con el paso del tiempo, las remodelaciones y demoliciones hicieron que casi desaparecieran.
Sin embargo, aún sobreviven algunos, como en la calle 54 con 69, cerca del mercado San Benito, o en la calle 62 entre 65 y 67, recordando la vida cotidiana de la ciudad en tiempos pasados.
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