Este 4 de marzo se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad y es una oportunidad para recordar las afectaciones que este problema de salud pública acarrea a la población y cómo es posible combatirla.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, se estima que desde 1975 esta enfermedad se ha triplicado, tanto que en 2016 incrementó a 1900 millones de adultos y 340 millones de niños y adolescentes.
Mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha detectado que, por primera vez en la historia del mundo, la población con exceso de peso superó a quienes están desnutridos.
El sobrepeso y la obesidad se padecen cuando existe un exceso de acumulación de grasa que puede acarrear otras enfermedades crónicas que son factores de riesgo para la salud, como son la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, apnea del sueño y el cáncer.
Puede provocar, además, trastornos mentales o estados depresivos de diferente magnitud derivados de un elevado peso.
La crisis de obesidad en México
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, en México el 74.1 por ciento de la población adulta y 38.2 por ciento de la población infantil tienen sobrepeso u obesidad, cifras que irán en aumento durante los próximos años ya que el 34 por ciento de los mexicanos ha subido de peso durante la pandemia.
En los últimos dos años los mexicanos aumentaron su peso durante la pandemia un promedio de 8.5 kilos por persona, la cifra más alta comparada con otros países reveló el estudio ‘Las implicaciones del COVID-19 en nuestra dieta y salud’.
México es actualmente detrás de Estados Unidos el segundo país del mundo con mayor índice de personas obesas, y es el primer país del mundo con niños que padecen sobrepeso.
¿Cómo combatirla?
El sobrepeso y la obesidad pueden prevenirse en su mayoría, las personas pueden optar por limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares.
Aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos; y realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos).
Por su parte, la industria alimentaria puede desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados;
asegurando que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores.
También, limitando la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos destinados a los niños y los adolescentes.
Fuente y foto: Excélsior