El riesgo de contraer COVID-19 aumenta con concentraciones elevadas de polen en el aire, según un estudio internacional publicado este lunes y que dirigió la Universidad Técnica de Múnich (TUM), Alemania.
Las concentraciones elevadas de polen provocan una respuesta inmunitariamás débil en las vías respiratorias y por ello pueden causar en general la aparición de tos y resfriados, algo que los investigadores confirmaron que también pasa con COVID-19.
Los autores del estudio recuerdan que cuando un virus entra en el organismo, las células infectadas habitualmente liberan proteínas mensajero, y esto ocurre con la SARS-CoV-2.
Son las proteínas conocidas como interferones, cuyas propiedades antivíricas hacen que las células próximas aumenten sus defensas y “de manera adicional, se activa una respuesta inflamatoria apropiada para combatir el virus”, según el estudio.
Los autores constataron que si las concentraciones de polen son elevadas y los granos se inhalan junto con las partículas del virus, se generan menos interferones con esa capacidad.
“La respuesta inflamatoria benéfica queda igualmente afectada. Por lo tanto, en días con elevadas concentraciones de polen, puede conducir a un incremento del número de afecciones respiratorias”, agregan.
“Esto funciona también con COVID-19. Es irrelevante si los sujetos son alérgicos a diferentes tipos de polen”, concluye el informe.
Para este estudio, un total de 154 investigadores analizaron datos de polen de 130 estaciones en 31 países de los cinco continentes y encontraron que la presencia de polen en el aire puede explicar el 44 por ciento de las variaciones en las tasas de infección, y la humedad y la temperatura del aire también influyen en algunos casos.
Los investigadores aconsejan para los próximos meses el uso de mascarillas que también filtren las partículas de polen, sobre todo aquellas personas que pertenecen a grupos de alto riesgo.
“Usar una máscara de filtrado de partículas cuando las concentraciones de polen son altas puede mantener tanto el virus como el polen fuera de las vías respiratorias”, señalan los investigadores, quienes destacan además la importancia de informar de este riesgo.
El estudio ha revelado que en aquellas ciudades en las que no se aplicaron medidas para controlar el virus de COVID-19, la tasa de infección fue mayor debido también al aumento de la proporción de polen en el aire.
De media, las tasas de infección crecieron un 4 por ciento con cada aumento de 100 granos de polen en el aire por metro cúbico, por lo que en aquellas ciudades en las que se registraron concentraciones de hasta 500 granos de polen por metro cúbico al día, la tasa de infección aumentó más del 20 por ciento.
En cambio, en las regiones en las que se aplicó el confinamiento, las cifras de infección se redujeron a la mitad en comparación con otras con concentraciones similares de polen.
Con información de EFE