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Camila Jaber, la apneísta quintanarroense que busca salvar los cenotes de la Península de Yucatán

​Con el audiovisual Yo soy cenote, la campeona nacional de apnea obtuvo el primer lugar en el concurso CreateCOP26, en la Cumbre Mundial en Glasgow; su proyecto muestra la belleza y la fragilidad de los pozos naturales de la Riviera Maya.

Cualquier duda sobre la existencia de las sirenas se disipa al ver a la quintanarroense Camila Jaber descender a las profundidades acuáticas y desplazarse como una habitante más de ese mundo, informa el periódico Milenio.

Las proezas de la apneísta mexicana se aprecian en la obra Yo soy cenote, cortometraje que combina video, poesía y música con la extraordinaria capacidad de la deportista de 25 años que consiguió en 2020 el récord nacional al sumergirse 58 metros a pulmón libre: sin tanque de oxígeno ni aletas.

La pieza audiovisual ganó el primer lugar entre participantes de 54 países en el concurso CreateCOP26, organizado por la agencia creativa Art Partner y la Unesco, en la reciente Cumbre Mundial del Clima en Glasgow, Escocia.

Producido en colaboración con el videógrafo holandés Daan Verhoeven y el compositor español Iván Rodríguez Exposito, fue grabado en los laberintos acuíferos de Quintana Roo y la Península de Yucatán. Durante poco más de dos minutos, Camila Jaber personifica el agua dulce de los cenotes para mostrar la belleza del ecosistema subterráneo que conecta con el océano; la intención va más allá: exponer la amenaza que enfrentan estos pozos naturales por el derrame de sustancias químicas y de basura.

La voz en off de Jaber es el canto de sirenas presagiando la fatalidad. “Yo soy cenote. Estoy contaminado. Soy parte de un sistema complejo pero vulnerable. Aguas residuales y fertilizantes se filtran por el suelo hasta llegar a mí.”

Considerados sagrados por las culturas prehispánicas, los cenotes son la principal fuente de vida de la zona. El video lanza un mensaje poderoso: “necesito tu ayuda tanto como tú necesitas la mía”.

Con este cortometraje, la campeona nacional de apnea, busca sacudir conciencias y generar acciones en la industria turística y en las desarrolladoras urbanas para detener el deterioro de este ecosistema.

Camila Jaber sabe de lo que habla. Nació en Ciudad del Carmen, Campeche, y creció en la Riviera Maya explorando cenotes y soñando con convertirse en sirena. Podría decirse que lo logró: el agua es su elemento y desde las profundidades se pronuncia por la conservación de los mares y por una armoniosa relación del ser humano con el agua.

¿Cómo surgió Yo soy cenote?

Crecí haciendo apnea en los cenotes, reconozco su belleza y quería mostrarla; me parecía imposible hacerlo sin contar el otro lado de la historia. Me resultaba incluso un poco hipócrita no hablar de la gran amenaza que pesa sobre ellos.

En 2019, con el videógrafo Daan Verhoever, que también es apneísta, y con Iván Rodríguez Exposito, quien hizo la música, grabamos este video en algunos cenotes de Quintana Roo y en otros de Yucatán. Hicimos este proyecto con la intención de compartir el encanto de estos lugares y mostrar el impacto destructivo de la contaminación. Queríamos que fuera algo emotivo. Subimos el video a las plataformas digitales y recibimos algo de cobertura mediática, nada más.

Cuando salió la convocatoria de CreateCOP26 –una plataforma de arte que responde al tema del cambio climático—, estaba algo dudosa de participar porque nuestro proyecto está enfocado a una problemática local en el país, específicamente en la Riviera Maya, pero decidí enviarlo y fue una gran sorpresa ganar el primer lugar.


​¿Qué representa este premio internacional en tu labor?

Refuerza en mí la idea de lo importante que es esta problemática y de su impacto. Significa que al jurado le pareció que vale la pena resaltarla, me siento muy orgullosa de que haya sido reconocido entre cientos de proyectos de 54 países. Quedamos dos mexicanos entre los finalistas –el otro es Samuel Pineda Manzano con Primero en casa, luego en el mundo—, eso es prueba de que tenemos mucho que decir en temas de medio ambiente. El gobierno mexicano, en los tres niveles, tiene que igualar esa exigencia de dar atención a esta problemática.

¿Cómo te convertiste en apneísta profesional?

Nací en una isla, desde chica fui muy cercana al agua y al contacto con la naturaleza. Descubrí con este deporte que podía mejorar mi forma de estar en el agua: seguir siendo visitante, y sentirme como en casa.

Apnea es un deporte que consiste en aguantar la respiración, no se considera extremo, pero sí de riesgo. Requiere de un entrenamiento físico fuerte, como el de un atleta de alto rendimiento. Al entrenar en las profundidades tengo que estar muy concentrada, mentalmente estoy en un diálogo interno y además mantenerme respetuosa con el agua. Desde los 17 años me he dedicado a hacer apnea, no solo como un deporte, también como un medio de expresión. Descubrí en esta disciplina una forma de contar una historia, personificar al agua como lo hice en el video y así cuestionar nuestra relación con ese elemento.

¿Cuál es el papel de las generaciones jóvenes en la conservación de los recursos naturales?

Los problemas son muchos: el estrés hídrico, la contaminación de los acuíferos. El calentamiento global está repercutiendo en la acidez del agua, la temperatura del mar, el blanqueamiento de los corales… y lo que ha fallado es que estos temas se han enfrentado con apatía, porque es algo demasiado abrumador.

Mi generación está acercándose a ellos con mayor preocupación, con más empatía y esperanza. Somos una red que nos movemos rumbo al futuro que queremos. Y es el momento que quienes toman las decisiones escuchen las ideas frescas. Los temas de innovación van creciendo y se necesita gente con nuevas ideas que dejen atrás las cosas que no funcionan.

Mi propuesta en el tema del agua es empezar por cuestionar nuestra relación con ella y dejar de verla solo como un recurso, como algo que sale al abrir una llave. Veamos lo que representa para los seres humanos, cómo puede inspirarnos. Cambiar nuestra perspectiva y tenerle respeto nos ayudará a enfrentar esta crisis.


Además de cambiar nuestra perspectiva sobre el agua, ¿qué más podemos hacer?

Cambiar nuestros hábitos. Reducir el consumo de plástico y el de carne. Cuestionarnos un poco más de dónde viene lo que consumimos, no solo lo que comemos sino también lo que utilizamos todos los días. Pensar a quién le estoy apostando al gastar mi dinero, a quién le voy a invertir, a qué empresas o corporaciones voy a apoyar, por ejemplo. Esto es una invitación a informarnos más. El consumidor tiene el poder de decidir qué empresas o que proyectos van a crecer.

Fuente: Milenio /Laura Cortés / Foto: Daan Verthoven

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