En la Península de Yucatán la caída de mollera de un bebé, es natural escucharlo y existen parteras mayas dedicadas a «subirlas» o «levantarlas».
Cuando a un bebé se le cae la mollera numerosos son los síntomas y signos que presenta, médicamente el niño no deja de llorar, tiene ojeras debido a que «no duerme bien» y a veces sufre insomnio, no comer, tiene temperatura, vómitos y diarrea.
Para las sabías mujeres mayas «el niño se pone llorón»; el estómago «le suena como un tambor», calentura, vómito y tiene diarrea.
La curación «es muy trabajosa», hay una revisión de la boca del pequeño, se le palpa el paladar superior: en caso de caída de la mollera, el paladar se advierte «como hinchado y blandito, caído».
Antes de le soba el estómago del paciente por nueve días consecutivos, luego se les introduce el dedo medio o índice, previamente untado en aceite, en el interior de la boca del niño, empujando luego el paladar o «sobando tres veces hacia atrás», y formando el signo de la cruz después de la última vez.
Esta operación debe repetirse en ayunas por tres días consecutivos; al término de cada «paladeada», la curandera pone en la mollera del niño una cucharadita de aceite de comer o de leche materna, mezclados con sal, con el fin de «disminuir el hueco». Otra manera de curar esta forma del padecimiento consiste en chuparle la mollera al niño, todo descrito a través de una investigación de la medicina tradicional de UNAM.
Los médicos meten al bebé a una tina grande con agua, y proceder a sumergirlo parcial y rítmicamente de modo que el agua le moje la nuca, para lograr «que la fuerza del agua le chupe la mollera».