
El anillo de cenotes que rodea el cráter de Chicxulub no es casualidad. Se formó como resultado de una combinación de procesos geológicos, estructurales e hidrológicos que comenzaron hace 66 millones de años, tras el impacto del asteroide que marcó el fin de la era de los dinosaurios.
La península de Yucatán está compuesta principalmente de roca caliza porosa, altamente soluble en agua ligeramente ácida. Con el paso del tiempo, el agua de lluvia disuelve esta roca, formando sistemas de cuevas subterráneas que, al colapsar, dan origen a los cenotes.
El impacto del asteroide agravó este proceso al fracturar el subsuelo en forma circular, creando zonas de debilidad estructural. Estas fracturas facilitaron la infiltración del agua subterránea, acelerando la disolución de la caliza. Así, se formaron cavidades que colapsaron y, al alcanzar el nivel freático, se convirtieron en los icónicos cenotes del anillo de Chicxulub.