Yucatán tiene su propia bóveda del fin del mundo. Sí y se trata del banco del germoplasca del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).
Ese banco es un laboratorio cuya función es preservar material biológico como semillas y especies de plantas de la Península de Yucatán, que trascienda en el tiempo y que sobrevivan eventos destructivos como el maíz y el frijol.
Así como la bóveda del Fin del Mundo construida en Noruega, aquí en Mérida también se trabaja para salvar especies de factores ambientales, físicos, biológicos o la intervención humana.
Ese sólo uno de los trabajos que se realizan en el CICY, para conservar, estudiar, reproducir y tener disponible germoplasma vegetal de la Península de Yucatán.