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Asteroide que acabó con los dinosaurios, provocó un gigantesco tsunami global

El asteroide que impactó en la Tierra hace 66 millones de años y acabó con los dinosaurios también desencadenó un gigantesco tsunami que devastó el fondo del océano a miles de kilómetros, reveló un reciente estudio.

De acuerdo con la investigación dirigida por la Universidad de Michigan (UM), publicado en la revista AGU Advances, presenta la primera simulación global del tsunami del impacto de Chicxulub que se publica en una revista científica revisada por pares. Además, los investigadores revisaron el registro geológico en más de 100 lugares de todo el mundo y encontraron pruebas que apoyan las predicciones de sus modelos sobre la trayectoria y la potencia del tsunami.

«Este tsunami fue lo suficientemente fuerte como para perturbar y erosionar los sedimentos en las cuencas oceánicas de medio mundo, dejando una brecha en los registros sedimentarios o un revoltijo de sedimentos más antiguos», explica la autora principal, Molly Range, quien realizó el estudio de modelado para una tesis de maestría bajo la dirección del oceanógrafo físico de la UM y coautor del estudio Brian Arbic y el paleoceanógrafo de la UM y coautor del estudio Ted Moore.

La revisión del registro geológico se centró en las «secciones límite», sedimentos marinos depositados justo antes o después del impacto del asteroide y la posterior extinción masiva K-Pg, que cerró el Periodo Cretácico. «La distribución de la erosión que observamos en los sedimentos marinos del Cretácico superior coinciden con los resultados de nuestro modelo, lo que nos da más confianza en las predicciones del modelo», señala Range, que comenzó el proyecto como estudiante en el laboratorio de Arbic en el Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente.

Los autores del estudio calcularon que la energía inicial del tsunami de impacto era hasta 30 mil veces mayor que la del tsunami del terremoto del océano Índico de diciembre de 2004, que mató a más de 230 mil personas y es uno de los mayores tsunamis de los que se tiene constancia. Las simulaciones muestran que el tsunami se irradió principalmente hacia el este y el noreste en el océano Atlántico Norte, y hacia el suroeste a través del Canal de América Central (que solía separar América del Norte y América del Sur) en el océano Pacífico Sur, donde la velocidad de las corrientes submarinas probablemente superó los 20 centímetros por segundo (0.4 mph), una velocidad lo suficientemente fuerte como para erosionar los sedimentos de grano fino del fondo marino.

Para la revisión del registro geológico, Moore, de la UM, analizó los registros publicados de 165 secciones de límites marinos y pudo obtener información utilizable de 120 de ellas. La mayoría de los sedimentos procedían de núcleos recogidos durante proyectos científicos de perforación oceánica.

El Atlántico Norte y el Pacífico Sur fueron los lugares con menos sedimentos completos e ininterrumpidos del límite K-Pg. En cambio, el mayor número de secciones completas del límite K-Pg se encontró en el Atlántico Sur, el Pacífico Norte, el océano Índico y el Mediterráneo.

De especial importancia, según los autores, son los afloramientos del límite K-Pg en las costas orientales de las islas norte y sur de Nueva Zelanda, que están a más de 12 mil kilómetros (7.500 millas) del lugar de impacto de Yucatán.

Además, los modelos indican que la altura de las olas en mar abierto en el Golfo de México habría superado los 100 metros, con alturas de ola de más de 10 metros cuando el tsunami se acercó a las regiones costeras del Atlántico Norte y a partes de la costa del Pacífico de Sudamérica.

«Dependiendo de las geometrías de la costa y del avance de las olas, la mayoría de las regiones costeras se inundarían y erosionarían en cierta medida –según los autores–. Cualquier tsunami documentado históricamente palidece en comparación con este impacto global».

Fuente y foto: DPA /AP / AGU Advances /Europa Press

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