“En Ucrania hay dos millones más de mujeres que hombres. Solo son estadísticas que ahora adquieren un significado completamente nuevo. Porque significa que nuestra resistencia actual también tiene un rostro especialmente femenino”, escribe Olena Zelenska (44), primera dama de Ucrania en su Instagram.
Ella, como su marido, el presidente Volodímir Zelenski (44) permanecen en el país con sus dos hijos, Alexandra, de 17 años, y Kiril, de 9. “No tendré pánico ni lágrimas –ha escrito–. Estaré tranquila y confiada. Mis hijos me están mirando. Estaré junto a ellos. Y junto a mi esposo”.
El mandatario, antes de rechazar la oportunidad de ser evacuado de Kyiv, ya señaló que “el enemigo me marcó como el objetivo número uno, mi familia como el objetivo número dos”, de modo que esta permanece en un lugar no revelado.
Si su marido aparece en vídeos sin afeitar y en camiseta, Olena Zelenska, cuyo apellido de soltera es Kiyashko, ha decidido usar las redes sociales para animar a su pueblo y darles información práctica ante el estado de guerra.
Nacida en 1978 en Krivyi Rih, en el centro del país, Zelenska estudió Arquitectura, que nunca ha ejercido, y luego se inclinó por la escritura. Con Zelenski había coincidido en el colegio y tenían amigos comunes, pero el amor nació en la universidad, mientras él estudiaba Derecho y era un comediante en ciernes. Salieron ocho años y crearon la Liga Smichu, concursos de monólogos de comedia y sátira muy populares. Se casaron el 6 de septiembre del 2003 y ese mismo año fundaron la productora Kvartal 95 Studio, donde ella ejerció de guionista.
Cuando el protagonista de la parodia El siervo del pueblo, un fenómeno en el país, dio un paso al frente para optar a la presidencia real, su mujer montó en cólera: se enteró por las redes sociales.
Según explicó Olena Zelenska a Vogue Ucrania, cuando le pidió explicaciones, la respuesta de su marido fue : “Se me olvidó”. Pese a la desgana inicial, en la campaña electoral real le apoyó en las sesiones fotográficas y los discursos.
Zelenski se hizo célebre interpretando a un maestro de instituto inesperadamente elegido presidente tras viralizarse su diatriba contra la corrupción. Y, carambolas del destino, el cómico llegó a su vez a la presidencia de Ucrania en el 2019. Olena dijo entonces que prefería quedarse tras el escenario: “Me siento más cómoda en la sombra. No soy el alma de la fiesta, no me gusta contar chistes”.
Pero al llegar al palacio Mariyinski descubrió que la expectación que suscitaba la primera dama le daba la oportunidad de “atraer la atención hacia temas sociales importantes”.
En diciembre del 2019 inició la adhesión de su país a la Asociación Biarritz, la iniciativa del G-7 sobre igualdad de género. También se ha centrado en la accesibilidad a la cultura o la lucha contra la comida basura, siguiendo los pasos de Michelle Obama.
“Entiendo cuántos problemas tenemos. Pero si me aferro a todo, no funcionará”, así que decidió centrarse “en tareas específicas: la salud de los niños, la igualdad de oportunidades para los ucranianos y la diplomacia cultural”, explicó en una visita a EE.UU.
Una diplomacia cultural que se veía en sus estilismos. “Qué bonito es promocionar a los diseñadores ucranianos por el mundo”, explicaba en unos días de paz que ahora mismo parecen de otro mundo y otra época.
Fuente: La Vanguardia
