A primera hora de la mañana del jueves, cuando se sentía cerca la amenaza de guerra, apareció en la televisión ucraniana. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se dirigió a los 44 millones de ciudadanos ucranianos. Luego se dirigió a los 144 millones de rusos que viven al lado y les suplicó que impidieran un ataque que evocaba las épocas más oscuras de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
“Escuchen la voz de la razón”, exclamó Zelenski después de la medianoche del jueves en Kiev. “El pueblo ucraniano quiere paz”.
Fue un intento apasionado de salvar a su país, pero no funcionó. Horas más tarde, una invasión rusa a gran escala había comenzado y Zelenski, exactor de televisión y comediante, se había convertido en líder de guerra. Por el momento, mientras continúa el ataque ruso, los ucranianos le apoyan.
Su dramático discurso, así como su aparición en la Conferencia de Seguridad de Múnich el pasado fin de semana, donde advirtió a los aliados europeos sobre el “apaciguamiento” de Rusia, han dado a Zelenski algo que ni siquiera sus aliados le atribuirían normalmente: seriedad.
El presidente de ucrania, ha informado esta noche de la muerte de 137 ucranianos durante el primerdía del ataque ruso contra el país.
“Según datos preliminares, lamentablemente hemos perdido ya 137 de nuestros héroes, nuestros ciudadanos, diez de ellos oficiales. 316 resultaron heridos”, dijo el mandatario en una nueva alocución a la nación.
“Hoy Rusia atacó todo el territorio de Ucrania. Y hoy nuestros defensores han hecho mucho”, dijo.
“El enemigo ataca no solo las instalaciones militares, como afirma, sino también civiles. Matan a gente y convierten a ciudades pacíficas en objetivos militares. Esto es vil y nunca será perdonado”, recalcó.
Ahora Zelenski se enfrentará a la mayor crisis de la historia moderna de su país, y también tendrá que confrontar al presidente ruso Vladimir Putin.
“Putin comenzó una guerra contra Ucrania y contra todo el mundo democrático”, comentó Zelenski en su segundo discurso nacional el jueves, después de que los soldados rusos atacaran objetivos en dieciséis ciudades del país, incluyendo a Kiev, la capital. “Quiere acabar con nuestro país y con todo lo que hemos construido. Pero conocemos la fuerza del pueblo ucraniano”.
Por supuesto, sigue siendo muy incierto el tiempo que los ucranianos podrán resistir a las fuerzas rusas, que son mucho más grandes y superiores, o si Zelenski seguirá asumiendo un papel para el que no ha ensayado. La opinión pública podría voltearse en su contra, como ocurrió a mediados de febrero, cuando creció la amenaza de guerra. Por si fuera poco, un peligro más grave acecha: su posible asesinato, una posibilidad que incluso la oficina de Zelenski planteó el jueves mientras las fuerzas rusas se acercaban a Kiev.
Maria Zolkina, una analista política ucraniana que trabaja en la Fundación de Iniciativas Democráticas, opinó que Zelenski “no eligió luchar, y no es un presidente de guerra”. Sin embargo, desde ayer, cuando quedó claro por los servicios de inteligencia la forma en que se llevaría a cabo el ataque, está actuando exactamente como debe actuar un presidente en tiempos de guerra”.
Zelenski llegó al poder como un combatiente de la corrupción, en ese entonces se mostraba seguro de su capacidad para negociar la paz en el prolongado conflicto con los separatistas apoyados por Rusia, que se encontraban confinados en el este del país. Ganó de manera abrumadora, con un 73 por ciento de los ucranianos que lo apoyaron frente al presidente en funciones, Petro Poroshenko, un empresario adinerado que había adoptado una postura férrea contra Moscú.
Zelenski no tenía experiencia previa en política, además de interpretar a un presidente en la televisión. Ganó con un discurso populista dirigido a una clase adinerada de oligarcas y prometió ser un presidente pragmático cuya visión de Ucrania era la de un país que no era ni “socio corrupto de Occidente” ni “hermano pequeño de Rusia”. Su mayor apoyo provino del sur y el este de Ucrania, incluyendo las conflictivas regiones de Donetsk y Luhansk, parte de las cuales están incluidas en dos enclaves separatistas que Putin reconoció el lunes como territorios independientes.
Desde entonces, persisten las dudas sobre su preparación para liderar a Ucrania en una situación tan peligrosa y sobre la experiencia de los asesores que lo rodean, muchos de ellos procedentes de su estudio de comedia, Kvartal 95. Aunque su personal militar y de defensa es muy respetado, y poco a poco ha construido un equipo meritocrático, muchos de los que lo rodean llegaron con poca experiencia en el gobierno, y mucho menos en la diplomacia o la guerra.
Desde que ocurrió la invasión rusa, están en primera línea. Y Zelenski, en su último llamado a favor de evitar la guerra, aprovechó ese momento y todo su dramatismo de un modo que pocos esperaban, dando al pueblo asediado un momento de encuentro muy necesario.
Cuando se dirigió al pueblo ruso, cambiando de idioma al ruso, se refirió a ellos como vecinos y familia, incluso reconociendo las diferencias y admitiendo que quizá nunca escucharían sus palabras, dado el estricto control del Kremlin sobre los medios de comunicación rusos
Intentó hablar de las principales acusaciones que el Kremlin lanzó contra los ucranianos. En Ucrania no había nazis, dijo Zelenski, que es judío, y cuyo abuelo sirvió en el ejército soviético durante la guerra. Tampoco odiaban la cultura rusa, agregó.
“Somos diferentes, pero eso no es motivo para ser enemigos”, continuó. “Queremos consolidarnos y construir nuestro futuro de manera pacífica, tranquila y honesta”.
El Parlamento ucraniano declaró el estado de emergencia militar, y el gobierno anunció que daría armas a cualquier persona con experiencia en combate que estuviera dispuesta a defender el país e instó a la gente a donar sangre para los veteranos heridos.
“El futuro de nuestro pueblo ucraniano depende de todos y cada uno de los ciudadanos”, sentenció Zelenski el jueves.
“El enemigo ha sufrido grandes pérdidas”, añadió. “Las pérdidas del enemigo serán aún mayores. Han llegado a nuestra tierra. Ucrania está siendo atacada desde el norte, el este y el sur. También nos atacan desde el aire, pero nuestras protecciones funcionan. Hoy, el ejército y la solidaridad nacional son el pilar del Estado ucraniano”. Fue una declaración esperanzadora si se tiene en cuenta la potencia de combate rusa a la que se enfrentan sus soldados.
La trayectoria de Zelenski refleja la de su país, que ha estado ocho años en guerra con los separatistas respaldados por Rusia. En la última década, el orgullo nacional ucraniano y el uso de la lengua ucraniana han aumentado drásticamente, junto con la confianza en la democracia y una orientación a favor de Occidente. La confianza en Rusia y el respeto por el gobierno autoritario de Putin han disminuido.
“Él hizo una transformación porque, básicamente, la sociedad ucraniana la permitió”, comentó Volodymyr Yermolenko, un filósofo que edita la revista Ukraine World.
El presidente era “una persona del este de Ucrania, hablante de ruso, que hacía sus negocios en ruso”, aseguró, refiriéndose al canal de televisión de Zelenski, Kvartal 95. “Los rusos habrían esperado políticas prorrusas de su parte, pero él entiende que los rusos quieren hacer todo bajo sus términos, presionar a Ucrania y negar su existencia. Desde luego, poco a poco se convirtió en un típico patriota ucraniano”.
Y los ucranianos se han unido a Zelenski, aunque sus intentos iniciales de restarle importancia al sombrío pronóstico del presidente Biden sobre una invasión rusa causaron consternación y costaron al país un periodo crucial para prepararse.
“Los ucranianos se están uniendo. Tenemos un solo presidente”, declaró Daria Kaleniuk, directora del Centro de Acción Anticorrupción de Ucrania, un influyente instituto de investigación.
“Él es el comandante en jefe, y el ejército ucraniano sigue sus instrucciones. Ahora lo apoyamos. Está dirigiendo el país en la guerra, así que no tenemos en cuenta cualquier crítica sobre cómo se podría haber manejado mejor. Su papel es fundamental”.
La unidad es notable en una Ucrania que se ha caracterizado por una política divisoria.
Incluso lo apoyó Poroshenko, su predecesor, a quien el gobierno de Zelenski quería arrestar por cargos de traición y apoyo al terrorismo, que muchos desestimaron por motivos políticos.
“Quiero que todo el mundo vea que Kiev se comporta de manera responsable”, escribió en Facebook.
Hay quienes quieren que Zelenski llegue a un acuerdo de paz a cualquier precio.
“Quiero que nuestro presidente agite una bandera blanca, quiero que nos rindamos mientras no haya guerra”, comentó Oksana Zymunova, una asistente de compras de 23 años que buscaba de manera frenética un boleto de tren en la estación central de Kiev. “Solo quiero que no haya guerra. Entiendo que tenga miedo de que la gente no lo acepte, pero tiene que ondear una bandera blanca”, dijo refiriéndose a Zelenski.
Zymunova, vestida con un pantalón deportivo rosa brillante y llevando a sus dos gatos en contenedores, se lamentaba por la falta de disponibilidad de boletos.
No obstante, la mayoría de los ucranianos se han mantenido firmes.
“La gente se queda aquí arriesgando su vida porque este país es algo más que un territorio”, opinó Fedir Serdiuk, de 26 años, que dirige un negocio de formación en primeros auxilios.
“Esto ha unido a la gente”, sostuvo, y añadió que, a medida que las tensiones se intensificaban, “la gente compraba municiones en lugar de boletos de avión”.
Pero Kaleniuk temía que los aliados occidentales que no habían impuesto sanciones lo suficientemente fuertes a Putin y sus facilitadores hubieran dejado solo a Zelenski.
“Lo que está ocurriendo ahora es similar a lo que ocurrió en 1939”, afirmó Kaleniuk, refiriéndose a la invasión de Polonia por la Alemania nazi.
“Nadie creía que Alemania fuera a invadir un país europeo. Y nadie creía que Putin, el nuevo Hitler de nuestro tiempo, invadiría una nación pacífica. Los primeros civiles ya han sido asesinados, y habrá más sufrimiento. Hemos estado alertando a nuestros aliados occidentales de que hay que ser firmes con Rusia, no hay que apaciguarlos. Es una invitación a más violencia”.
Fuente: New York Times /Fotos: EFE /AP / AFP