Según el “Reloj del Fin del mundo”, la humanidad y todo lo que le rodea se encuentra a 100 segundos del apocalipsis. El Boletín de los Científicos Atómicos estableció esa marca este 20 de enero, en el aniversario 75 de la fundación de la organización.
Para la Junta de Ciencia y Seguridad de la organización científica, los 100 segundos anunciados ahora no significan “buenas noticias”.
Entre las tensiones de Estados Unidos con Rusia y China, la situación actual que vive el mundo con el COVID-19 y las pocas acciones que han tomado distintas naciones respecto al cambio climático, el mundo está en riesgo de llegar a un punto sin retorno, explica el Boletín de los Científicos Atómicos.
El “Reloj del fin del mundo” se implementó por primera ocasión durante 1947, dos años después de la fundación del Boletín de los Científicos Atómicos, por Albert Einstein y autoridades de la ciencia de la Universidad de Chicago. Este mecanismo funciona bajo la metáfora de la llegada de la medianoche y el fin de las posibilidades para corregir el daño al planeta.
“Más allá de la pandemia, los preocupantes lapsos de bioseguridad y bioprotección dejaron en claro que la comunidad internacional debe prestar mucha atención a la gestión de la empresa mundial de investigación biológica”, estableció en su informe la comunidad científica.
El Boletín de los Científicos Atómicos declaró también la importancia de tomar medidas ante la situación mundial. Los 13 puntos destacan la necesidad de poner límites en materia de armas nucleares, acelerar la descarbonización de países como Estados Unidos y reducir riesgos biológicos a través de un “mejor control de las interacciones entre animales y humanos”.
Además ha compartido un reto llamado #TurnBackTheClock, que consiste en tomar una serie de acciones personales para poder contribuir de a poco en hacer retroceder las manecillas del Reloj del Fin del Mundo.
Amenazas biológicas
El pasado año, el reloj se paró a 100 segundos del fin del mundo, la marca más cercana del apocalipsis, que se repite este año. En 2021 se mantuvo en la hora fijada un año antes, pese a los efectos de la pandemia del coronavirus. Según la presidenta del Boletín, Rachel Bronson, la crisis creada por esta enfermedad ha sido “una ilustración viva de que los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales no están preparados para manejar las amenazas que verdaderamente ponen fin a la civilización”. Sin embargo, no fue suficiente para adelantar el simbólico reloj. Según Bronson, “la covid no eliminará a la humanidad, pero es un ejemplo claro de que las autoridades de todo el planeta no son capaces de afrontar peligros globales”.
En este sentido, la científica Asha M. George, también miembro del comité, ha recordado este jueves la respuesta mundial con las vacunas y ha instado a seguir luchando contra los peligros globales para la salud, como se ha hecho con otras enfermedades, pero ha advertido: “Ya no podemos darnos el lujo de centrar todos nuestros esfuerzos en otros peligros con exclusión de la amenaza biológica. Si lo hacemos, las enfermedades y las vidas que se llevan empujarán el segundero más cerca de la medianoche”.
El reloj se puso en marcha cuando empezaron las detonaciones nucleares, a mediados del siglo pasado. Es la fecha con más consenso para el origen del Antropoceno, la época geológica marcada por el impacto global de las actividades humanas. La crisis de los misiles situó las manecillas muy cerca del fin del mundo. Sin embargo, en la década de los noventa, tras firmarse entre EE UU y Rusia el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, el reloj se retrasó hasta los 17 minutos, el tiempo más alejado del fin de la humanidad en todos estos años.
En 2007 se incluyó el cambio climático como un peligro grave para la humanidad que demanda una respuesta “urgente e inmediata”. Desde entonces, la manecilla del reloj no ha dejado de acercarse a la simbólica medianoche.
El reloj del juicio final o del fin del mundo no hace referencia a un tiempo concreto correspondiente con años o décadas. Este cronómetro simbólico no pretende ser tanto un augurio de autoaniquilación como una llamada de atención para revertir el sentido de las manillas hacia modelos menos dañinos para la sociedad y el planeta. Cada año lo ajusta la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín tras consultar con los patrocinadores de la organización. Entre los integrantes se encuentran más de una decena de premios Nobel.
Fuente y foto: AFP /El País